
Con el desarrollo de la Inteligencia Artificial y la digitalización de la gran mayoría de sectores, el desarrollo de software es uno de los trabajos con más salidas laborales tanto a nivel nacional como internacional. Pero ¿cómo vive exactamente un desarrollador de software?.
Amelia, de 30 años, puede responder a la pregunta. Oriunda de Alemania, Amelia trabaja como desarrolladora de software para una planta de energía virtual. Ella es la encargada de que estos sistemas, vitales para mantener contactadas diferentes fuentes de energía descentralizada como plantas eólicas o solares, se mantengan actualizados y listos para su uso, así como de actualizarlos de acuerdo con las exigencias de la compañía y las leyes del país.
Empezó estudiando matemáticas, pero al darse cuenta de que existían pocas opciones, se introdujo en el mundo de la informática. Pasando por el desarrollo web, la joven completó un estudio dual en programación científica, lo que con el tiempo le permitió decidir “dónde y cómo trabajar”.
Ella está muy contenta en su empresa. De acuerdo con su contrato, ella tiene una jornada de 32 horas semanales, pero suele trabajar 40 horas. Sin embargo, las horas extra son acumulables, lo que se traduce en un total de 72 días de vacaciones al año. Así mismo, puede decidir cuándo utilizarlas, estando a veces cinco semanas seguidas de vacaciones.
Junto con las buenas condiciones del trabajo, Amelia se considera privilegiada en relación con su sueldo. Partiendo de que su empleador paga la electricidad de su casa, la joven gana 4.916 euros brutos al mes, que se quedan en unos 3.048 netos, un sueldo que para ella es “completamente injusto”.
“Por supuesto que no quiero ganar menos, pero en realidad gano demasiado, en comparación con otros trabajos que son igual o más relevantes. Pienso, por ejemplo, en empleos en enfermería y trabajo social” asegura Amelia.
Gastos y ahorros
En cuanto a sus gastos, el alquiler del piso compartido con su pareja es de 492,50 euros cada uno, lo que incluye 52 euros de gas y 18,50. En cuanto a la comida, gasta en torno a unos 300 euros en comprar, a los que debemos sumar otros 150 euros para salir a cenar fuera.
Otra fuente de gastos importante es el ocio. Amelia invierte cerca de 180 euros al mes en sus pasatiempos favoritos, como conciertos, que le cuestan unos 20 euros, regalos, en lo que se gasta 50 euros, o fisioterapia, que hace desde que se rompió el ligamento y que le cuesta 100 euros.
Pero no todo son gastos. La joven también ahorra cada mes una media de 450 euros, divididos en 400 para un fondo de gestión activa y 25 para una cuenta de ahorros, que lleva teniendo desde los 13 años.
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