El estrés, la ansiedad y la depresión son términos relacionados con la salud mental y emocional, pero tienen diferencias significativas en sus causas, características y efectos.
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Aprender a identificar estas emociones, entender su origen y desarrollar estrategias para manejarlas es clave no solo para mantener el bienestar mental, sino también para alcanzar un equilibrio saludable en la vida diaria.
Qué es el estrés, la ansiedad y la depresión
Su principal causa son factores externos, como trabajo o problemas económicos. Los síntomas comunes son la tensión muscular, dolor de cabeza, irritabilidad, dificultad para concentrarse, entre otros.
Su principal causa son eventos específicos que aparecen sin motivo claro. Los síntomas comunes son las palpitaciones, dificultad para respirar, sensación de peligro inminente, pensamientos catastróficos, entre otros.
En este caso, las causas principales pueden ser biológicas (genético), psicológicas (baja autoestima, trauma) y sociales (aislamiento).
Los síntomas más comunes de la depresión son la fatiga extrema, cambios en el sueño, sentimientos de culpa y desesperanza, falta de concentración, entre otros.
Para manejar el estrés, la ansiedad y la depresión, puedes probar estrategias que combinan el autocuidado, la adaptación del estilo de vida y, en algunos casos, intervención profesional.
Cómo manejar el estrés, la ansiedad y la depresión
A continuación te compartimos los mejores hábitos saludables y técnicas de relajación para controlar estos estados emocionales y te contamos qué señales ayudan a advertir la necesidad de buscar apoyo profesional.
- Cómo manejar el estrés, la ansiedad y la depresión
1. Incorpora hábitos saludables
Realiza actividad física regular, al menos, 30 minutos de ejercicio físico (caminar, practicar yoga o nadar) al día es suficiente para que el cuerpo libere endorfinas, hormonas que ayudan a mejorar el estado de ánimo y reducir el estrés.
Mantén una alimentación equilibrada, es decir, evita el consumo de azúcares, cafeína y alimentos procesados, y en cambio opta por una dieta alta en nutrientes que mejoran la salud mental. Entre ellos, vitaminas del grupo B, D y omega-3.
También prioriza el buen descanso y duerme alrededor de 7 y 9 horas por noche, ya que dormir bien contribuye a regular las emociones y fortalece la resiliencia ante el estrés.
2. Práctica técnicas de relajación
Herramientas, como mindfulness y meditación, son útiles a la hora de enfocar tu mente y controlar los pensamientos negativos.
También es importante trabajar en tu respiración, para que tenga un ritmo profundo y lento. Realizar respiración profunda unos minutos al día disminuye la tensión física y mental.
Implementa la relajación muscular progresiva, que es ir alternando entre tensar y relajar diversos grupos musculares es eficiente para aliviar el estrés acumulado.
3. Dedícate tiempo y pon límites
Debes aprender a decir «no» cuando se requiere y a enfocarte en las tareas más relevantes. Reservar tiempo para uno mismo de manera diaria, por lo menos 10 minutos al día, ayuda a desconectar y recargar energía.
4. Fortalece tus vínculos sociales
Charlar con amigos o familiares alivia la carga emocional. Ser participe de actividades comunitarias o grupos de apoyo puedan brindar un sentido de pertenencia y comprensión.
5. Dedica tiempo a actividades placenteras
Encuentra pasatiempos/hobbies que te sean atractivos, como lo son leer, pintar o escuchar música. Salir al aire libre para tomar contacto con la naturaleza puede mejorar tu bienestar general.
Cuándo buscar ayuda profesional
Si sientes que no puedes manejar lo que te sucede y experimentas alguna de las siguientes situaciones, es fundamental que busques apoyo profesional:
- Estrés excesivo o persistente: si las preocupaciones se tornan abrumadoras, al punto de afectar la capacidad para resolver cuestiones de la vida diaria.
- Síntomas físicos frecuentes: si algunos síntomas físicos se vuelven persistentes, como dolores de cabeza, problemas digestivos o fatiga constante, ya que pueden estar asociados a niveles altos de estrés o ansiedad.
- Dificultad para realizar tareas cotidianas: si se experimentan problemas para trabajar, estudiar o relacionarte con otras personas.
- Cambios emocionales intensos: si se experimentan sentimientos constantes de tristeza, desesperanza o irritabilidad, ya que pueden afectar el bienestar general.
- Pensamientos de autolesión o suicidio: si se tiene pensamientos “oscuros” relacionados con hacerse daño.
Esta información no sustituye en ningún caso al diagnóstico o prescripción por parte de un médico. Es importante acudir a un especialista cuando se presenten síntomas en caso de enfermedad y nunca automedicarse.