¿Por qué se llevan flores el 1 de noviembre y cuáles se suelen poner en Todos los Santos?
El 1 de noviembre es el día de Todos los Santos, una festividad católica que se instauró en el siglo VIII, cuando el papa Gregorio III consagró una capilla en la Basílica de San Pedro a todos los santos, fijando la fecha en el 1 de noviembre.
En el siglo IX, Gregorio IV decidió que dicha celebración se extendería a toda la Iglesia, de modo que el primer día de dicho mes se celebrarían Todos los Santos, haciendo que el 2 de noviembre pasara a ser el Día de los Fieles Difuntos y el 31 de octubre la Víspera de Todos los Santos.
Por qué dejamos flores en las tumbas
Dejar flores en las tumbas de los seres queridos que ya no están es una práctica de generaciones. Las flores forman parte de casi cualquier ritual social o religioso, nacimiento, bodas, bautizos, cumpleaños… Y también se entregan flores a los difuntos, un acto simbólico.
Es una ofrenda para los fallecidos, una tradición que se cumple cada año con la llegada de la del Día de Todos Los Santos, pero que también se hace cuando se visita el cementerio en cualquier otro momento.
Se desconoce el origen, pero la primera tumba adornada con flores de la que se tiene conocimiento es de hace 13.000 años (alrededor del año 11.000 a.C.), una costumbre extendida en diferentes culturas y civilizaciones, desde Egipto hasta la India, pasando por la América prehispánica.
Las flores que más duran
Las flores son una forma de presentar respeto a los difuntos. Pero hace años también tenían una función práctica, neutralizar el olor que desprendían los cuerpos.
Las que más duras son las zinnias, las orquídeas, los claveles, el crisantemo, el gladiolo, la rosa, siempre sin espinas y por encima de todas la carmesí y la blanca, la margarita, la cala o el lirio, cuyo origen procede de los cementerios sudamericanos, pero cada vez está más implantada en España.
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