El Gobierno de Milei pretende regresarnos al siglo XIX, ¿podrá? | Newsletter Americanas
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En los años setenta cuando el feminismo avanzaba en el mundo desarrollado, en Argentina, como en otros países de la región, vivíamos bajo regímenes dictatoriales. Pese a ello, había mujeres organizadas tejiendo redes para reclamar sus derechos. Existía la Unión Feminista Argentina (UFA, una interjección que, además, en nuestra tierra se usa para expresar fastidio y desagrado) y el Movimiento de Liberación Feminista (MLF). Luego surgirían otras agrupaciones que a través de los años fueron forjando un movimiento imparable que tuvo su clímax con la aprobación del aborto legal en 2020. Pero ahora, y por primera vez desde el retorno a la democracia, hace ya 41 años, Argentina no tiene organismos nacionales ni políticas públicas de género. El gobierno libertario que lidera el país desde hace nueve meses no sólo busca borrar de un plumazo todo lo hecho durante décadas sino que pretende regresarnos al siglo XIX, ¿podrá?
En las últimas dos décadas Argentina sancionó leyes pioneras en el mundo: Educación Sexual Integral (2006) Salud Sexual y Procreación Responsable (2002), Violencia contra las Mujeres (2009), Matrimonio Igualitario (2010), Identidad de Género (2012), Muerte Digna (2012), Interrupción Voluntaria del Embarazo (2020), Cupo Laboral Travesti Trans (2021). Muchas de estas leyes fueron propuestas gracias a otra ley precursora: la de cupo femenino, que determinó que al menos el 30% de las listas de candidatos en las elecciones estuviera ocupado por mujeres. Es de 1991. En 2017 se aprobó la ley de paridad. Las mujeres en el Congreso, legislando, cambiaron todo. Como las que hacen política y las que ejercen Justicia. Y también fueron las pibas en la calle, la Marea Verde. Supimos convertirnos en un faro. Pero el 10 de diciembre pasado ganó La Libertad Avanza y desde entonces todo es retroceso.
Lo primero que hizo Javier Milei al asumir la presidencia fue cerrar el Ministerio de Mujeres Géneros y Diversidad, creado en 2019, con el objetivo de generar políticas públicas para prevenir, erradicar y reparar la violencia e impulsar la igualdad. Su programa estrella fue el Acompañarque asistió a más de 350.000 personas en situación de violencia de género a las que se les dio, durante seis meses, un salario mínimo para lograr cierta autonomía económica que les permitiera salir de relaciones abusivas. Sólo en la ciudad de Buenos Aires se realizan 10.000 denuncias anuales por violencia de género. El año pasado hubo 250 femicidios en el país, que suman 2.500 en la última década, y que han dejado más de 3.000 niños huérfanos.
El Gobierno también desmanteló el Plan de Embarazo No Intencional en la Adolescencia (ENIA), que en cinco años había reducido a la mitad la tasa de nacimientos de madres menores de 20 años: de 96.572 en 2017 se bajó a 47.630 en 2022. Un grupo de legisladores libertarios presentó un proyecto para abolir la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, y como no hubo eco en el Congreso, Nación dejó de financiar el aborto legal. Milei está preocupado por la baja de la natalidad en el país y quiere que nazcan más bebés. Está claro que piensa en la futura mano de obra. El problema es que no le importa el presente de la infancia: según Unicef Argentina, cada noche un millón de chicos se va a dormir sin cenar y la pobreza alcanza al 70% de niñas, niños y adolescentes.
Ante el vaciamiento de las políticas de género, la Comisión de Mujeres y Diversidad de la Cámara de Diputados citó al ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona. Lejos de dar explicaciones, el funcionario hizo una polémica presentación, en la que se despachó con conceptos en contra de la diversidad, negó la violencia sistemática contra las mujeres e insistió con las “denuncias falsas”. Sus dichos generaron masivos repudios, que incluyeron el pedido de juicio político y hasta su renuncia. Por supuesto, el Gobierno salió a respaldarlo.
El ministro llegó a decir que “el género se acabó”, y que ahora el eje es “la familia”. La familia “tradicional y cristiana”, claro. También dijo: “Nosotros rechazamos la diversidad de identidades sexuales que no se alinean con la biología”. El repudio fue inmediato. ¿Qué esperaban?
El primer grupo de diversidad del país se creó en 1967 y se llamó Nuestro Mundo. En 1992 se hizo la primera Marcha del Orgullo en Buenos Aires, y hace muchos años ya que no hace falta usar máscaras. El Bachillerato Popular Travesti-Trans Mocha Celis (La Mocha) es una escuela secundaria gratuita que busca promover la inclusión de las personas travesti-trans en la educación formal. Es única en el mundo. Y las leyes, y el documento de identidad no binario, y Alba Rueda, la primera mujer trans del mundo en ocupar el cargo de Representante Especial sobre Orientación Sexual e Identidad de Género, con rango de embajadora.
“No hay plata”, repite Milei. Sí hay, salvo que quiere usarla para el espionaje, la seguridad y sus viajes al exterior. El Ministerio de Mujeres recibió el año pasado sólo el 0,2% del total de gastos de 2023. No es un tema monetario, es un tema de valores y mercado. El anarcocapitalismo pretende devolvernos a la época de las tinieblas, donde las mujeres tenían muchos hijos y no levantaban la voz.
La Corte Suprema de Justicia debe renovar a dos de sus miembros. Hoy son cinco, todos varones. ¿Y cuál es la propuesta de Milei? Que sean otros dos varones. Uno de ellos se llama Manuel García Mansilla, es ultraconservador y se opone al aborto, incluso para niñas violadas, un derecho que ya estipulaba el Código Penal de 1921. Pero García Mansilla va más allá en el tiempo y es “originalista”: sólo reconoce la Constitución de 1853 y no las reformas de la convención de 1994. En 1853 las mujeres no estudiaban ni votaban. Ya vimos lo que hicieron en Estados Unidos los jueces ultraconservadores nombrados por Donald Trump: fueron contra el aborto y cualquier atisbo de modernidad.
A la par que hostigan y menosprecian al periodismo, el libertario y su ejército de trolls comunican por redes sociales. Lo hacen con violencia y fake news. Así, casi el 50% de la población apoya al libertario. Cuando se le pregunta a la gente el porqué, la palabra que más se escucha es “esperanza”. Lo sostienen grandes empresarios y los varones más jóvenes. Seis de cada diez mujeres rechazan el Gobierno. Se ve que perdimos la fe.
Pero hace poco leí una entrevista al historiador francés Ivan Jablonka, autor de Laëtitia o el fin de los hombres y Hombres justos. Del patriarcado a las nuevas masculinidades, entre otros libros muy recomendables. Consultado por los discursos de la extrema derecha y su guerra contra el feminismo, Jablonka asegura que “el retroceso que vemos actualmente es en realidad un epifenómeno”. Es decir, la reacción conservadora sería el fenómeno accesorio que acompaña al fenómeno principal, que es la exigencia de igualdad entre hombres y mujeres. “Tal exigencia forma ya parte de la definición de la democracia”, dice el francés. “Esos hombres pasarán —se refiere a Trump, Putin, Erdogan, Bolsonaro, Orban…—, pero no la exigencia de libertad y de igualdad”.
Un epifenómeno. Que así sea.
* Mariana Iglesias es editora de Género del diario Clarín e integrante de la Red de Editoras de Género de Argentina
🔍 Una investigación : Las grandes fortunas que financian la principal red antiaborto de México
Veintidós fundaciones empresariales de México donaron 1,9 millones de dólares a Vifac (Vida y Familia), una organización sin fines de lucro que maneja una red de ‘centros para embarazos en crisis’. Estos centros dicen entregar a las personas embarazadas información sobre salud reproductiva, pero en realidad tratan de convencerlas de que no aborten, ofreciéndoles apoyo material pero también desinformación.
La investigación, realizada por openDemocracy y publicada el mes pasado, analiza reportes fiscales y financieros para revelar que entre 2017 y 2023 estas fundaciones entregaron a Vifac oleadas de dinero opaco, correspondiente al 10% de los ingresos totales declarados por Vifac en el período. Estas contribuciones sostienen sus polémicas actividades contra la salud y las opciones reproductivas de las mujeres y niñas que se embarazan en México.
Las 22 fundaciones empresariales cubren una gran variedad de sectores de la economía. Entre las 10 que dieron más dinero a Vifac hay negocios financieros, cadenas de farmacias, tiendas y supermercados, compañías líderes en panificados, tequila y refrescos, construcción y maquilas. Detrás de algunas de esas fundaciones hay familias con dilatadas posiciones antiabortistas, y otras que dicen apoyar la equidad de género y los derechos sexuales.
Entre los principales donantes figuran una fundación creada por los propietarios de José Cuervo, la mayor productora mundial de tequila, y las fundaciones de Farmacias Similares, de la casa de empeños Nacional Monte de Piedad y de la familia del Grupo Bimbo, entre otras. Aquí puedes leer toda la investigación.
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Lo que saca a relucir el juicio de Gisèle es aterrador: no hay muchas cosas que permitan distinguir a un violador de otros hombres. ¿En qué consisten esas “no muchas cosas”? ¿Quién va a querer responder a la pregunta?
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